domingo, 27 de septiembre de 2015

ESO DE SER ESPAÑOL (O ESPAÑOLA)


A mí tanto rollo con eso de ser español siempre me ha producido un poco de rechazo. Vamos, que a mí eso de ser español me la trae al pairo, hasta cierto punto. Porque eso de ser español, es como quien tiene el pelo rubio, los ojos verdes, es alto, mujer...etc. Porque eso de ser español se adquiere (en la inmensa mayoría de ocasiones) de nacimiento, y ante eso poco se puede hacer después. Siempre te queda cambiar de nacionalidad, lo que por cierto, recoje el artículo 15 de la Declaracion Universal de Derechos Humanos.
Puede que no sea el mejor día para expresar esto, dado que transcurre una jornada electoral crucial para el futuro de Cataluña y, por ende, del resto de España. Puede que desde esta noche cambie el paradigma (aunque creo que no, que todo seguirá igual). Que nadie dude, no expongo esto porque parezca cool subirse a la ola de los antiespañoles. En ningún momento me he declarado antiespañol, pero es algo que no me apasiona. Lo que no consiguió la mili (no la hice), lo ha logrado el deporte.
Del mismo modo me siento ante la bandera y el himno. Supongo, así lo entiendo, que proviene de la utilización que una parte ha hecho durante decadas de unos símbolos que deberían de representar a todos. Pero no soy el único, hay mucha gente como yo, pero el que quiera salir del armario, es libre de hacerlo.
Tan perniciosos son los nacionalismos periféricos como aquel nacionalismo centralista y centrípeto, y es que España son muchas Españas. No debe ser casualidad que los nacionalismos (y sus adhesiones) surjan de zonas lejanas al centro de la península, las que siempre se han sentido infravaloradas, por puro desconocimiento.
He tenido la suerte de viajar por España, y me encuentro igual de a gusto en mi Benidorm, en el que me he criado, que en mi Valencia natal. Disfruto de Granada tanto como cada vez me gusta más Madrid. Sevilla, Cáceres, Barcelona, tienen rincones únicos donde me perdería sin dudarlo. Y lo mismo me sucede con Francia, lo mismo me sucede con Italia. No voy a ser tan cursi de decir que soy un "ciudadano del mundo", pero me preocupan más las personas que los territorios. Al fin y al cabo las fronteras, que no son más que líneas imaginarias, han sido trazadas por personas, y por personas pueden ser modificadas. 
Alguna vez ya he citado a mi amigo Joan Conca, que dice que ser español lo determina el DNI, y que el de todos tiene el mismo tamaño. Sí, soy de los que piensa que todo este rollo entre españolistas y catalanistas (sí, es un rollo, un tremendo y nauseabundo rollo) oculta muchas miserias morales, de quien es incapaz de asumir que el otro está en la misma posición, de quien es incapaz de dialogar y tener un mínimo de empatía. 
Además, últimamente los más patriotas son los que se comportan de manera menos patriótica, ya que se llevan sus riquezas a paraísos fiscales, evitando que se redistribuya la riqueza entre sus nacionales, y boicotean productos de otras zonas de su país. 
Iba a finalizar este post con la conocida cita de Pío Baroja "el nacionalismo se cura viajando", pero buscándola he encontrado otra de George Bernard Shaw que define perfectamente mi pensamiento: "El nacionalismo es la extraña creencia de que un país es mejor que otro por virtud del hecho de que naciste ahí."

Fuente de la imagen: desmotivaciones.es 

1 comentarios:

TFV solar dijo...

El corazón es local, no nacional.

 
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