Hace cuatro meses que RTVV fue clausurada. Radio Televisión
Valenciana no debió cerrarse. Sí, fue el cortijo del PP valenciano desde
que Zaplana llegó a la Presidencia de la Generalitat Valenciana. Sí, la
manipulación de los servicios informativos fue obscena. Sí, la oposición estuvo años silenciada. Sí, mostraban una Comunidad Valenciana que distaba
mucho de la realidad “real”, sin barracones, sin colegios que se desmoronan,
sin listas de espera interminables… Sí, consiguieron enchufar a tanto
personal del que no hace nunca nada más que jugar al solitario (en los 90) y al
Candy Crush (ahora mismo), que la situación era insostenible. Sí, saquearon sus arcas, que se nutrían (y aún hoy nutren) del dinero de todos, para llenar los bolsillos de los
Gürtel, Orange Market y demás gentuza que se fumaba los billetes de 100 en
nuestra cara. Sí, era donde emitían cada tarde una peli del Oeste en
castellano. Sí, era el No-Do de Zaplana, Camps y Fabra.
Pero RTVV también fue
donde miles de niños de mi generación se acostumbraron a escuchar a Son Goku, a
Arale, a Musculman o Doraemon en valenciano, y aprendieron a hablarlo, o a
entenderlo, en zonas castellanoparlantes. Fue donde conocí la Cabalgata de
Reyes de Alcoi, las más antigua del mundo, y que el año pasado pude contemplar con
mis hijos en directo, y el Tirisiti. Mis abuelos no tenía que recorrer 150 kms.
para ver la Mascletà de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia en primera fila
(aunque les faltaba el olor a pólvora) y mi abuela se podía seguir emocionando
con la ofrenda a la Virgen o su traslado. Supimos que había en Morella una fiesta,
el sexenni, que se celebra cada seis años. Me aprendí el nombre de todas las
comarcas del País Valencià antes de ser Secretario de Organización de JSPV. El
verano enganchados a la radio escuchando a Bartual y DJ Coll en Bikini Club. Alcanzar
el éxtasis, pocas veces, con las retransmisiones de Punt a Punt cuando el Piojo
se iba por la banda. O cabrearnos porque la había vuelto a pifiar “ruina”
Eskurza. La tarde que ficharon a Ranieri. Esperar la ronda informativa para
saber si el Benidorm CD había remontado.
La piscina del edificio
en el que vive Bernardo que parece el primer logo de Canal 9. El “a guanyar diners”
(que tanto caló en algunos) entonado por “les monleonetes” i la paella rusa
donde te podía “tocar la cuixa o la clotxina”. Paco Nadal, el bigote infinito
de los valencianos, que igual retransmitía la lucha libre donde “Rosita Amores
li feia pica d’ulls al seu querido” que presentaba el concurso “Paco, Paco” o
el fútbol de Segunda B.
Y por supuesto, “Canta,
canta”, “Castin 9”
y “Mira, mira”. Tres programas en los que participé y de los que guardo un gran
recuerdo.
Y por todo esto RTVV
formaba parte de mi vida. Y formará parte de la vida de muchos valencianos. Son
muchas las razones que pudieron aducirse para cerrar RTVV, pero la manera de hacerlo, convertida en un sainete burdo, con el episodio de Paco "Telefunken" incluído, les quitó la razón, si es que alguna vez los gerifaltes la tuvieron.
Nos contaron que cerraban RTVV para mantener la educación pública y la sanidad de todos, pero siguen eliminando unidades escolares y despidiendo a profesores.
Mucha gente no está de acuerdo conmigo, pero RTVV es necesaria, es necesario que nuestras noticias no pasen por la capital del Estado, puesto que el tamiz informativo solo les alcanza a los alrededores. Creo que hace falta y que en la próxima legislatura habría que volver a ponerla en marcha, pero con un estatuto que evite injerencias políticas, que permita que sean los profesionales los que decidan contenidos, y no competir por la audiencia, porque un servicio público no debe entrar en batallas, debe estar a disposición de la ciudadanía.
Si esto se cumpliera habríamos avanzado mucho en cultura e higiene democrática, que por cierto, buena falta nos hace.
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