viernes, 16 de julio de 2010

GAZPACHO


Cuando empieza a apretar la canícula, es casi imprescindible asirnos, casi con avaricia, a un buen vaso de gazpacho, ese plato único que es un remedio infalible y delicioso contra los calores, a medio camino entre la ensalada y la sopa.
El origen del gazpacho es discutido, como cualquier receta célebre. Casi unánimemente se establece que el antecedente más directo del gazpacho, tal y como lo conocemos hoy en día, procede de la época de Al-Andalus y se elaboraba con pan en migas, ajo, aceite de oliva, vinagre, sal y agua, de manera que quedaba una salsa ligera, líquida y de color blanco. Con total seguridad este plato devino en el conocido ajoblanco. Parece que esta receta sería sucesora de otras que se elaboraban en el mundo clásico, fundamentalmente en la Roma Imperial en la que un majado de ajos y hierbas aromáticas acompañaban a vinos avinagrados, con la finalidad de rebajar el fuerte sabor de éstos y refrescarlos. También en la Grecia Clásica se conocen estos majados que aliñaban bebidas.
Sea como fuere hasta finales del siglo XIX no se establecería el gazpacho andaluz tal y como hoy lo conocemos, es decir, con tomate. Se conoce a través del libro de Théophile Gautier, que realizó un viaje por España en 1.840, que la receta del gazpacho se elaboraba de la siguiente manera Se echa agua en una sopera; a esta agua se le añade un chorro de vinagre, unas cabezas de ajo, cebollas cortadas en cuatro partes, unas rajas de pepino, algunos trozos de pimiento, una pizca de sal, y se corta pan que se deja empapar en esta agradable mezcla, y se sirve frío.
Entonces, sin tomate, el gazpacho era blanco, similar a algunas variantes del gazpacho (sin tomate) que se preparan en Andalucía.
Para preparar un gazpacho se precisan de los siguientes ingredientes: tomates (alrededor de un kilo, bien maduros), pan (una media barra, preferiblemente del día anterior para que absorba el agua), agua (suficiente para que empape el pan), pepino (uno sólo), pimiento (rojo y verde), cebolla (no más de una), ajos (cuatro o cinco dientes), sal (al gusto), vinagre (también al gusto) y aceite de oliva (un buen chorro, abundante, nunca sobra si es virgen extra). Se corta lo más fino posible y con la batidora se deja todo bien batido. Yo suelo colarlo con el chino mientras estoy dándole que te pego a la batidora y así me queda más fino y sin grumos ni impurezas.
Como todo, aquí se admiten sugerencias a gusto del consumidor. A mí, por ejemplo, no me gusta el pepino, y o bien no le echo, o intento que sea lo menos posible. Si te van los sabores fuertes añade más cebolla, más ajo o más vinagre. Hay quien añade limón, etc. Para servir muchísima gente espolvorea por encima jamón serrano picado muy muy fino, y acompaña con picatostes y los mismos ingredientes del gazpacho picados.
Eso sí, hay que servirlo muy frío (incluso ponerle hielo). Este es el plato estrella de mi verano, soy capaz de alimentarme única y exclusivamente de gazpacho, y no sería descabellado, aporta multitud de nutrientes, vitaminas, minerales, hidratos de carbono... y agua, imprescindible en verano si no se quiere perecer deshidratado.
Existen un montón de variedades del gazpacho: salmorejo (que se elabora sin agua), el cojondongo (originario de Extremadura), los ajos y los sopeos andaluces, las porras, etc. Por otra parte se encuentran los gazpachos "de carne", el más conocido es el manchego, que se elabora con carne de conejo o pollo y tortas cenceñas, y que no es nada efectivo para eludir los rigores del calor, ya que es un guiso. Hay variantes con pescado, deben de ser finos, como el mero o el rape, y es especialmente delicioso el que elabora mi cuñado Miguel.
También han proliferado los gazpachos de autor, es decir aquellos que se elaboran con ingredientes que se saltan a la torera los habituales, y que no son más que sopas frías de frutas: los hay de melón, sandía, fresas, frutas del bosque, etc.
Desde hace un tiempo, y aquí sí que le facilito la vida a más de un blogger, en cualquier supermercado puedes encontrar gazpachos envasados que tienen muy buena calidad y que están muy logrados. Estos han permitido que la popularidad del gazpacho haya subido como la espuma y que sea otro de nuestros platos estrella fuera de nuestras fronteras. Tanto es así que en Los Simpsons, en el capítulo Lisa la Vegetariana, Lisa, en el trascurso de una barbacoa y como alternativa a la carne, ofrece un rico gazpacho, que como ella misma describe ante la pregunta de Barney Gumble es "una sopa de tomate muy fresquita", lo que provoca la hilaridad de los asistentes que esperan las hamburguesas ofrecidas por Homer (al final se lo come el perro). Y no, como pudierais pensar, no es un truco del doblaje.
En todo caso, el gazpacho sería uno de esos platos que definen la riqueza cultural y gastronómica de España, ya que en su elaboración se precisan hortalizas importadas de América (como el tomate o el pimiento), hortalizas originarias de Asia (el pepino, la cebolla, introducidos a través de Grecia), elementos puramente autóctonos (el aceite), y el sustrato romano y árabe que propiciaron los antecedentes de este plato, un ejemplo de comunión y entendimiento que desde España se ofrece al mundo.

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