He tardado en recuperarme de las palabras de María Dolores de Cospedal (de Conspirar, según algunos foros) al asegurar que lo primero que harán al llegar al gobierno será proponer un gran pacto educativo. En primer lugar, habrá que ver cuando llega el PP a lgobierno, porque Rajoy ya lleva dos elecciones generales consecutivas perdidas, y en política hay una ley no escrita que si pierdes dos elecciones te vas a casa.
Pero esto me pone los pelos de punta (todos, desde lo poco que me va quedando en la coronilla hasta la última falange del pie, pasando por el pecho y otros lugares que no nombraré para no ser escatológico) porque dos semanas antes desde el Partido Popular rompieron unilateralmente el Pacto por la Educación en el que todos los partidos políticos, agrupaciones, asociaciones y federaciones implicadas en el ámbito educativo (padres y madres, alumnado, profesorado...) estaban muy cerca del acuerdo.
Por una cerrazón que sólo responde al interés partidista, el PP se descolgó con argumentos peregrinos, como que el castellano está en peligro (será por los sms, digo yo), que no se había negociado lo suficiente, que no se dejaba crear colegios concertados libremente... Excusas de mal pagador. Lo que no quiere el PP es llegar a un acuerdo con el PSOE porque cree que le restará votos.
Erran el tiro, lo importante no es el PP, lo importante es el futuro de España y construir una base sólida y duradera para que la educación no sea un arma arrojadiza, y que cada vez que un nuevo gobierno entra se cambia la ley. Parte de la solución a una futura crisis está aquí, en la estabilidad de la educación desde el inicio.
La Secretaria General del PP nos tiene acostumbrados a frases grandilocuentes que son bombas de profundidad y que llevan intrínsecas un odio por el rival político y un afán de destrucción que es muy perverso y muy dañino, sobre todo por los famosos efectos colaterales.
Cuando pone en duda la independencia de la policía, de los magistrados, de los fiscales, además de atacar al Gobierno Central, está menoscabando la credibilidad de la justicia, y si nadie se cree la justicia, no existe la justicia. Cuando expone sus dudas acerca de si el gobierno está dialogando nuevamente con ETA, no sólo ataca al PSOE, ataca a víctimas del terrorismo, está socavando la esperanza de l@s vasc@s, está minando la confianza de la policía, que a pesar de poner en peligro su vida al detener a estos malhechores, parece que lo hacen casi casi de mentirijillas y por disimular. Cuando pone todo en duda, esa duda se desparrama y es imposible de controlar, puede tocarlo todo, contaminarlo todo y pone en peligro todo. Creía que el tiempo de la política de trincheras, la de la crispación continua, la que se prácticó durante la primera legislatura de Zapatero, había acabado, pero veo que todavía hay nostálgicos (nostálgicas, esta vez).
Seguro que gran parte de sus adláteres no está de acuerdo con esta señora y lo que dice. No están convencidos de su discurso incendiario. Pero quien tiene el micrófono agarrado, tiene mucho peligro.
Pero esto me pone los pelos de punta (todos, desde lo poco que me va quedando en la coronilla hasta la última falange del pie, pasando por el pecho y otros lugares que no nombraré para no ser escatológico) porque dos semanas antes desde el Partido Popular rompieron unilateralmente el Pacto por la Educación en el que todos los partidos políticos, agrupaciones, asociaciones y federaciones implicadas en el ámbito educativo (padres y madres, alumnado, profesorado...) estaban muy cerca del acuerdo.
Por una cerrazón que sólo responde al interés partidista, el PP se descolgó con argumentos peregrinos, como que el castellano está en peligro (será por los sms, digo yo), que no se había negociado lo suficiente, que no se dejaba crear colegios concertados libremente... Excusas de mal pagador. Lo que no quiere el PP es llegar a un acuerdo con el PSOE porque cree que le restará votos.
Erran el tiro, lo importante no es el PP, lo importante es el futuro de España y construir una base sólida y duradera para que la educación no sea un arma arrojadiza, y que cada vez que un nuevo gobierno entra se cambia la ley. Parte de la solución a una futura crisis está aquí, en la estabilidad de la educación desde el inicio.
La Secretaria General del PP nos tiene acostumbrados a frases grandilocuentes que son bombas de profundidad y que llevan intrínsecas un odio por el rival político y un afán de destrucción que es muy perverso y muy dañino, sobre todo por los famosos efectos colaterales.
Cuando pone en duda la independencia de la policía, de los magistrados, de los fiscales, además de atacar al Gobierno Central, está menoscabando la credibilidad de la justicia, y si nadie se cree la justicia, no existe la justicia. Cuando expone sus dudas acerca de si el gobierno está dialogando nuevamente con ETA, no sólo ataca al PSOE, ataca a víctimas del terrorismo, está socavando la esperanza de l@s vasc@s, está minando la confianza de la policía, que a pesar de poner en peligro su vida al detener a estos malhechores, parece que lo hacen casi casi de mentirijillas y por disimular. Cuando pone todo en duda, esa duda se desparrama y es imposible de controlar, puede tocarlo todo, contaminarlo todo y pone en peligro todo. Creía que el tiempo de la política de trincheras, la de la crispación continua, la que se prácticó durante la primera legislatura de Zapatero, había acabado, pero veo que todavía hay nostálgicos (nostálgicas, esta vez).
Seguro que gran parte de sus adláteres no está de acuerdo con esta señora y lo que dice. No están convencidos de su discurso incendiario. Pero quien tiene el micrófono agarrado, tiene mucho peligro.
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