Con todo esto de que Ricky Martin ha salido del armario; lo que me parece una noticia excelente, ya que creo que los más jóvenes necesitan referentes para ayudarles a dar el paso de aceptar su sexualidad, como sostengo que fue Boris Izaguirre (a pesar de todo) hace unos cuantos años; ha vuelto a surgir aquello del armario (otro armario...), la niña (que no sería tan niña), el perro, la mermelada y ¡Sorpresa, sorpresa!.
Creo que ya todo el mundo sabrá que aquello fue un bulo que se extendió rápidamente y que alcanzó una notoriedad excesivamente desmesurada. Recuerdo aquellas acusaciones del director y productor del programa a Telecinco para que devolviera la cinta (inexistente, claro está), que ni siquiera el máximo responsable del propio programa había visto. Increíble.
Como curiosidad he revisado un magnífico libro de Jan Harold Brunvand, que mi mujer me regaló hace unos tres años y que devoré, y que lleva por título El fabuloso libro de las leyendas urbanas. Demasiado bueno para ser cierto (editado por Alba, 2002) donde el profesor Brunvand desenmascará muchas de estas leyendas urbanas llegando incluso a averiguar su origen. Una de éstas narra la sorpresa que le guardaron un grupo de amigos a una amiga que volvía de viaje y cómo descubrieron a su gran danés lamiendo la mantequilla de cacahuete que la chica había untado en su cuerpo desnudo (¿te suena?). El libro fue originalmente editado en EEUU en 1.999 y no es más que el compendio de todos los libros que Brunvand había publicado desde 1.981.
Este libro es una excelente recomendación para este período vacacional (hay una edición de bolsillo bastante asequible) y se puede complementar con Leyendas urbanas en España, de Antonio Ortí y Josep Sampere (2000, Martínez Roca), prologado por Brunvand. Estos dos libros hicieron que cayera del guindo y que me descreyera de algunas historias que había oído y había dado por buenas. Alguna incluso fue publicada en un diario (¡viva la investigación! ¡viva la comprobación de las fuentes!).
Creo que ya todo el mundo sabrá que aquello fue un bulo que se extendió rápidamente y que alcanzó una notoriedad excesivamente desmesurada. Recuerdo aquellas acusaciones del director y productor del programa a Telecinco para que devolviera la cinta (inexistente, claro está), que ni siquiera el máximo responsable del propio programa había visto. Increíble.
Como curiosidad he revisado un magnífico libro de Jan Harold Brunvand, que mi mujer me regaló hace unos tres años y que devoré, y que lleva por título El fabuloso libro de las leyendas urbanas. Demasiado bueno para ser cierto (editado por Alba, 2002) donde el profesor Brunvand desenmascará muchas de estas leyendas urbanas llegando incluso a averiguar su origen. Una de éstas narra la sorpresa que le guardaron un grupo de amigos a una amiga que volvía de viaje y cómo descubrieron a su gran danés lamiendo la mantequilla de cacahuete que la chica había untado en su cuerpo desnudo (¿te suena?). El libro fue originalmente editado en EEUU en 1.999 y no es más que el compendio de todos los libros que Brunvand había publicado desde 1.981.
Este libro es una excelente recomendación para este período vacacional (hay una edición de bolsillo bastante asequible) y se puede complementar con Leyendas urbanas en España, de Antonio Ortí y Josep Sampere (2000, Martínez Roca), prologado por Brunvand. Estos dos libros hicieron que cayera del guindo y que me descreyera de algunas historias que había oído y había dado por buenas. Alguna incluso fue publicada en un diario (¡viva la investigación! ¡viva la comprobación de las fuentes!).
Lo mejor de las leyendas urbanas es que tienen una gran capacidad de mutación, y mejor, viajan por todo el mundo adaptándose a la idiosincrasia de quien las cuenta y de quien las oye. Los saltos del charco, en ambas direcciones, son incontables.
Quizás las más populares sean la de los cocodrilos en las alcantarillas de Nueva York (o Miami, o Barcelona, o Londres...), que Walt Disney fue crionizado (cuando en realidad fue todo lo contrario, fue incinerado), que una familia adoptó un perrito que resultó ser una rata gigante, o un clásico la chica haciendo autoestop que en realidad es un fantasma. Hay otras más increíbles, si cabe, como la del conductor que recibe la ayuda de un gentil motorista para cambiar la rueda pinchada, y que al final resulta ser un famoso (en España era el Rey Juan Carlos), o la del novio que se venga en pleno banquete nupcial de la infidelidad de su recién esposa con el padrino repartiendo fotos del acto a todos los invitados, o el submarinista que es absorbido por un hidroavión y arrojado a un incendio...
En ocasiones se emplean para desacreditar empresas, como los establecimientos de comida rápida donde han aparecido en sus productos prácticamente de todo, o el caso de Procter & Gamble, del que se decía que su logo era satánico.
La verdad es que el libro es delicioso y hace pasar muy buen rato, tiene mucho sentido del humor y es riguroso. Actualmente hay muchas páginas web que también abordan este tema, muchas veces apasionante.

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