miércoles, 11 de febrero de 2009

VIVE Y DEJA MORIR

Aunque lo parezca no voy a hablar de una película de James Bond, ni de una canción de Paul MacCartney; si no de uno de los derechos que no se quieren reconocer todavía y que en Europa levanta tantas ampollas que ningún partido político ha decidido ponerle el cascabel al gato y legislar a favor de la decisión personal de no continuar con la vida en casos de grave enfermedad. En otras palabras, nadie se moja con la eutanasia.
Eluana ha fallecido. Esta noticia recorrió el otro día Italia como un reguero de pólvora. Muchos pensaron en ese momento que había acabado la polémica, pero esto no fue si no un leño más en la hoguera.
El caso de Eluana se suma a otros muchos en los que un enfermo decide que su vida carece de una calidad mínima y prefieren que no alarguen su estado de manera artificial, conectado a decenas de máquinas que simplemente accionan los órganos vitales. En la, a veces, ultracatólica Italia el caso de Eluana ha levantado, como no podía ser de otra manera, posiciones encontradas que se han ido radicalizando hasta el punto de que Silvio Berlusconi, en contra incluso del Tribunal Supremo y el Jefe del Estado, ha querido evitar el fallecimiento de Eluana. La justicia le otorgaba la razón tanto a Eluana como a su padre, pero il Cavaliere ha querido ser el copiloto de Benedicto XVI y detener una decisión judicial y humana, que carga de dignidad la propia vida.
No puedo creer que el señor Englaro quisiera que su hija falleciera sin más, me horroriza la idea de un padre que pide matar a su propia hija. Si el señor Englaro quiso acabar con el sufrimiento de su hija, sería con todo el dolor de su corazón, rompiéndole el alma, pero comprendiendo que tras 17 años en coma el estado de Eluana no mejoraría y era estéril mantenerla conectada a esos aparatos y a unas bolsas que le daban alimento e hidratación.
Pero si empezamos a observar otros aspectos veremos que el caso de Elauna es algo más que la decisión de una familia acerca de desconectar a su hija de una vida artificial y artificiosa. En primer lugar el primer ministro italiano, el ínclito Berlusconi, es propietario del holding mediático (fundamentalmente televisivo) más grande de Italia, y uno de los más importantes de Europa. Si a eso añadimos aquellos medios públicos que sin pudor ninguno utiliza en su propio beneficio, nos encontramos que la opinión pública está condicionada hacia el pensamiento de su presidente. Digo condicionada porque después cada cual es libre de pensar lo que le venga en gana, como así es, ya que gran parte de la población italiana apoyó a la familia Englaro en su decisión de suprimir cualquier tipo de método que alargara la vida de su hija de forma artificial. Canale5 (la Tele5 transalpina), propiedad de Berlusconi (algún rodarán "su" Citizen Kane), no dejó de emitir su programa estrella, Gran Hermano, para informar de la muerte de Eluana Englaro, como si hicieron en el resto de canales italianos, que cambiaron su programación para tratar este tema, que tanto revuelo y debate ha alzado en el país de la bota. Esto ha provocado la dimisión del director editorial de Mediaset (el grupo mediático de Berlusconi) por creer que su cadena es incoherente y estar en profundo desacuerdo.
Después está lo de intentar aprobar a toda prisa un decreto ley por vía urgente (urgentísima, menos de una semana) para evitar que Eluana muriera. La curia vaticana todavía tiene una excesiva influencia en la política de muchos países, España e Italia son sendos ejemplos. Aunque quizá es mayor en Italia, ya que la sede del gobierno italiano está a tiro de piedra de la sede de San Pedro. Pero lo que todavía no han entendido en la derecha ni en los círculos católicos es que no toda vida es digna, hay situaciones que son lastimosas para los seres humanos y que una persona que lleva 17 años en coma no es una persona, y la familia no deja de quererle ni de pensar en esa persona. La prueba es, como bien dice Roberto Saviano en El País, que el padre de Eluana no ha mostrado una sóla foto de su hija enferma, si no a una joven que hace diecisiete años disfrutaba de la vida, se reía, esquiaba; nada de eso quedaba ya, excepto el amor de sus padres demostrado en evitar un sufrimiento innecesario a su hija.
Todos estos casos nos deben de hacer reflexionar y de aceptar la muerte de aquellos seres que sufren una existencia postrada a una cama y unas máquinas como parte de su proceso vital. Si es su decisión, tomada de manera responsable y lúcida, se debe de respetar, aunque a veces no lleguemos a comprenderla. Ramón Sampedro abrió la brecha en nuestro país, Eluana en Italia ha iniciado un debate que debe ser fructífero, como el de los autobuses "ateos", ya que pensar raramente afecta (bueno, si no se tiene mucha práctica...).
Mi pésame a la familia de Eluana. Y mi enhorabuena por la batalla judicial y ética que han ganado.
Un hombre tiene que tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo.
Eduardo Chillida (1924-2002) Escultor y grabador español.

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