La política y especialmente las personas que de una manera u otra nos dedicamos a la política, nos encontramos un tanto desprestigiados debido a que ciertos colectivos y polític@s se dedican a preocuparse de sus asuntos y hacen una profunda dejación de sus funciones para con la ciudadanía. Generalizar es muy peligroso, ya que se incluyen en la misma definición a quien cumple con las características y a quien no tiene nada que ver, por lo tanto se ven inmersos en un proceso del que no participan en absoluto.
Es exactamente lo que pasa con la definición que gran parte de los ciudadanos tienen de los políticos: Gente que no hace más que enriquecerse aprovechándose de sus cargos, o que ofreciéndole trabajos y concesiones públicas a sus allegados dilapidan las cuentas públicas. Todo esto se apoya en los votos de los ciudadanos, lo único que interesa a los partidos, que se acuerdan de la gente dos meses antes de las elecciones. Evidentemente esta definición no es cierta, por lo menos no todas las personas que se dedican a la política son así.
Quien decide entrar en política debería hacerlo por el único interés de solucionar las preocupaciones de los ciudadanos, ser sus interlocutores frente a las instituciones, ser su altavoz haciéndose eco de las reivindicaciones que emanan de los diferentes colectivos. No hay otro motivo ya que lo hacemos de forma voluntaria sin ningún tipo de presión. Pero hay un tipo de político que olvida estos principios que deberían ser básicos en su carrera y se enzarza en cuitas cainitas que nada interesa a los ciudadanos. Los oponentes entran al trapo y se enredan en el mismo juego indecente que nada importa a quien quiere que los políticos trabajen por mejorar las condiciones de bienestar.
Otro tipo de política es el del rebote, es decir, aquellos que su estrategia se basa en reflejar lo que dice el contrario amplificándolo. Un ejemplo: alguien propone crear una ayuda en el transporte público para las viudas; el otro partido dirá que aumenta la dotación de la ayuda y amplía las beneficiarias a todas las mujeres. Esto acaba por hacer increíbles ambas propuestas.
Y por último encontramos el modo más común de hacer política, descalificar sin más al contrario sin aportar ni una sóla idea, aunque sea descabellada y lanzada al azar por si alguna vez cuela algo y suena la flauta.
No es mi modo de entender la política, no quiero que l@s ciudadan@s vean así a l@s polític@s. Me repatea el estómago pensar que cada vez hay más gente que siente un profundo desapego por algo que le afecta directamente. Algunas personas que se dedican a la política deberían replantearse la visión que tienen de su servicio público. Propuestas, respeto hacia el contrario, vocación de ayuda ciudadana, convencer con la palabra; eso es política, eso y más.
Pero alejándose de todo eso algunos miembros del PP se empeñan en hacer que sus chanchullos salpiquen a quien más gente mejor. E intentan disimular echando la culpa a Zapatero, muñeco de pim-pam-pum de todos los asuntos turbios que se suceden bajo el albatros (no, no es una gaviota). Hay demagogos que exigen que las obras que financiará el Fondo que ha creado el Gobierno Central para crear empleo en los municipios no se anuncien con sus legales y obligatorios carteles, mientras su partido político anuncia obras con carteles más grandes o ponen carteles sin que haya obras (esto ocurre en Benidorm y el demagogo es el portavoz Toni Pérez). Quizá no es ético que Garzón y Bermejo se encuentren en plena operación policial, pero no es excusa para romper el pacto por la justicia. La gente no es idiota y si intentamos tener siempre la razón, o al menos parecerlo, acabarán por no aceptar por cierta ni una sóla de nuestras palabras, somos humanos, erramos y acertamos, no siempre en igual proporción.
La verdad es que creo que todo lo que hace el Partido Popular lo hace por la debilidad de su líder, Mariano Rajoy y la desconfianza que crea en los suyos no acariciar el poder, o no alcanzar un poder mayor. Deberían pensar más en quienes les votan y menos en sus ombligos, ya que seguramente están demasiado bien cubiertos.
Es deber de tod@s l@s que estamos en política recuperar la confianza de l@s ciudadan@s. Es deber de tod@s l@s que estamos en política hacer propuestas y acallar los insultos. Es deber de tod@s l@s que estamos en política demostrar que cada voto es oído y no somos más que reflejo de la sociedad. Es deber de tod@s l@s que estamos en política ponernos a servicio de quien nos reclame. Esa es nuestra única misión, ejecutémosla pensando que este deber tiene espíritu de obligación.
Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cuál es su careta.
Pío Baroja (1872-1956) Escritor español.
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