La sociedad española está consternada con el terrible desenlace de la joven sevillana Marta del Castillo. Aunque muchísim@s ciudadan@s imaginábamos un final trágico, siempre nos quedaba un rinconcito en el corazón donde guardamos el último resquicio de esperanza.
La detención de su ex-novio inició un circo mediático que no voy a calificar, lo hace por si mismo. La cantidad de menores que han desfilado por delante de las cámaras es aberrante, sobre todo por que serán los menores los primeros en querer aparecer en televisión. Los productores han sido avispados y han descubierto que se puede rastrear por internet la vida, obra y milagros de la juventud a través de las redes sociales. Me parece lamentable rellenar horas y horas de televisión sin nada que aportar, nada más que con los comentarios de adolescentes. También deberían de respetar esa privacidad que está a la vista de todos, aunque parezca incongruente, si no lo buscas no lo encuentras, no hace falta enseñarlo tampoco... Igual de terrible es imputarle al asesino confeso su instinto homicida porque su madre murió cuando era niño. Me parece que ser huérfano no es una condición relevanta para matar, el morbo y los prejuicios se toman como dogmas para la prensa amarillista.
Lo que a mi más me preocupa es la moda que se ha impuesto de pedir la cadena perpetua. Puedo llegar a acercarme al dolor que sienten esos padres; puedo llegar a imaginarme una parte del sufrimiento de su familia; sé que es totalmente imposible siquiera comprender en su completa dimensión por lo que están pasando estas personas. Ojalá nunca tenga que pasar por semejante trance. Pero ante todo lo que demandan es anticonstitucional. Lo marca el artículo 25.2 de nuestra Carta Magna. Concretamente dice:
Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas
hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos
forzados. El condenado a pena de prisión que estuvierecumpliendo la misma gozará
de los derechos fundamentales de este capítulo, a excepción de los que se vean
expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la
pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo
remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como
al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.
Las dos palabras más importantes y lo que le aporta un valor extra a este artículo son reeducación y reinserción. Se le da la oportunidad a cualquiera que delinca y sea condenad@ a que se redima y vuelva, tras cumplir la correspondiente pena, a la sociedad para seguir formando parte de ella como un miembro más. Creo que esta nueva oportunidad para con quien a priori no podría merecerla engrandece nuestra Constitución.
Me parece de todo punto lógico que se reclame el cumplimiento íntegro o máximo de condena en estos casos de sangre que tanta alarma levantan en la opinión pública. Hay para quien no es suficiente pero 30 o 40 años, como marca el Código Penal en sus artículos 70 y 76 (busca el texto, anda, que no me apetece), a mí me parecen muchísimos para estar encerrado. Quizá sea porque yo tengo todavía 27 años y, claro, para mí es inabarcable tanto tiempo, ni siquiera he llegado a vivirlo. Intenta imaginar que durante 30 o 40 años estés en prisión, es terrorífico, aunque claro, si estás allí es por algo. Eso sí, para ciertos delitos sí que veo correcto, incluso ético y gratificante, que se cumplan estas penas tan largas.
Espero que pronto se encuentre el cuerpo de Marta y que las pruebas sean suficientes para una condena justa que pueda mitigar parte del dolor que siente la familia y amigos. Pero para eso la justicia precisa de dos elementos imprescindibles.
El primer elemento son los medios y recursos que se necesitan para un trabajo diligente y eficaz, y ante todo raudo, aunque seguro. Supongo que por ese motivo los jueces han ido a la huelga, la primera en la historia que implica a uno de los tres poderes del Estado. Hay quien sospecha que más bien se debe a los rescoldos del caso Mariluz, ya que durante años no han demandado nada, aunque cualquier usuario de la justicia española sabe de las necesidades. Por cierto, parte de las funciones de la adjudicatura están transferidas a las Comunidades Autónomas, que también tendrían que poner dinero, digo yo.
El segundo elemento que debe de tener la Justicia para llevar a cabo su trabajo con eficacia es la confianza. Y es que el partido más importante en la oposición al Gobierno Central se encuentra difamando a los jueces. Todo porque les investigan posibles casos de corrupción. Quien la hace que la pague, pero que no intenten despistar con los jueces y fiscalía, que realizan su función. La sentencia dictará quien ha infringido la ley y quien no.
A este paso los jueces pasarán a ser un nuevo sector profesional en el que se cebarán los insultos de los ciudadanos, como ya lo son los jueces de línea futbolísticos o los jueces de concursos varios.
Si nosotros somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos.
Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.
Si nosotros somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos.
Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.
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