domingo, 3 de agosto de 2008

MI YAYO

Hoy, 3 de agosto, se cumple el primer aniversario del fallecimiento de mi abuelo materno. Pero este artículo no va a tratar ni de la ausencia ni del duelo. Tampoco hablará del trauma por la pérdida de un ser querido (por desgracia no fue la primera), soy poco dado a mostrar mis sentimientos más íntimos en público, me los reservo para mí. Hablaré de las dos grandes pasiones que tuvo mi abuelo: la radio y el fútbol.
Hacía prácticamente veintitres años (el mismo día que murió Paquirri) que había sufrido una trombosis que le afectó en parte a la movilidad de su lado derecho y que principalmente le dañó el nervio óptico, haciéndole perder un gran porcentaje de visión. Entonces la radio se convirtió en su alíada más fiel. Le abrió el mundo que una enfermedad le ocultaba parcialmente, le contaba lo que pasaba por ahí fuera y, ante todo, le narraba tardes de fútbol, horas de ilusión, sufrimiento y algunas veces, incluso, victorias.
Era seguidor del Valencia, algo que mi familia me ha sabido inocular por ambas partes. Contaba muchas anécdotas de cuando iba a ver los partidos a su querido Mestalla, como aquella tarde, durante la posguerra, que alguien le lanzó un "duro" de plata al árbitro. Éste lo arrojó a la banda, junto al asiento donde solía estar mi abuelo, que, obviamente, se apresuró a cogerlo, entonces no era una cantidad como para dejarla escapar. O como cuando fue de Valencia a Elche en una Vespa con un amigo para ver un partido, y volvieron en el mismo día.
Durante estos últimos años plagados de éxitos deportivos, yo tenía un deseo, que el Valencia ganara la Copa de Europa (o Champions, o como quieran llamarla), ya que era mayor y estaba enfermo y sabía la ilusión que le podía hacer, habida cuenta de cómo vivía el fútbol. Se rozó dos veces, en Milán se llegó a coger un asa... Ahora poco me importa.
Durante este año me he preguntado muchas veces qué pensaría de esta temporada y de este expresidente-dueño, que no acaba de sorprendernos con sus decisiones de niño rico mimado. Ahora que parecía que venía un hombre (Villalonga) que podía salvar la situación económica, el despotismo, la chulería y la prepotencia del amo del "cortijo" (con la connivencia del actual presidente-títere) lo puso de patitas en la calle al poner de manifiesto el tremendo agujero que hay en la caja donde deberían guardar los dineros, acrecentado por la deuda de un estadio donde dos obreros ya han muerto por la codicia de una persona. Matar al mensajero nunca es una buena solución, sobre todo cuando sabe secretos de tí (léase chivatazo de la venta de Silva).
Qué decirle a mi yayo; la radio sigue igual, más o menos, (no te puedes imaginar la habilidad que tenía para localizar una emisora sin ver el dial, no fallaba, incluso lejos de casa) a pesar de Jiménez Losantos y otros sicarios mediáticos; y el fútbol, bueno, una de cal y otra de arena, el Valencia anda como pollo sin cabeza; al menos la selección ha ganado la Eurocopa, con el delantero del equipo de mi abuelo como pichichi del torneo.
Si está por algún sitio (aunque no creo, y mira que me duele) lo habrá disfrutado. Yo pensé en él. Como en este artículo.
Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza.
Stendhal (1783-1842) Escritor francés.

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