miércoles, 4 de junio de 2008

BURROCRACIA

En el siglo XIX la burguesía ideó un nuevo método de fastidiar a los seres humanos, sin importarles en exceso su procedencia o clase social. Se le llamó BUROCRACIA. Se le puso este simpático nombre debido a que esta nueva casta de superhombres urdía sus maléficos planes desde un escritorio, que en francés es un bureau (fonéticamente buró). Pero su poder no era completo, e idearon que los incautos que quisieran pedir sus servicios deberían inclinarse, casi postrarse, y solícitos hacer constar sus motivos a través de un minúsculo ventanuco que no era más que un vano en un muro altísimo, símbolo de su poderío. A esta nueva casta, fruto del progreso de la civilización, no podía pertenecer cualquier mortal y para que el acceso a esta privilegiada posición fuera lo justo más posible, se creó un método basado en el mérito personal. Lo denominaron "oposiciones", tal vez porque se oponía al antiguo método basado en la dedocracia. Como todo cuerpo de élite decidieron que las armas con las que se enfrentarían a los sufridos ciudadanos serían la tinta y el papel, que pasó a conocerse como formulario o instancia.
Los sufridores se tomaron la justicia por su mano y decidieron bautizar de nuevo a esa nueva forma de amargar la existencia como BURROCRACIA, del latín burricus, y que viene a significar lo que ya sabes.
Valencia, España, año 2008. Hace unos días me decidí enfrentar a los burócratas (que ahora se les conoce como administrativos o vulgarmente funcionarios) cuan hormiguita frente a un ejército de elefantes. La conclusión: salí machacado.
Recorrí tres consellerias y un Prop y de una quincena de preguntas que les formulé a unos cuantos funcionarios sólo supieron responderme a unas cuatro o cinco. Eso sí me dieron la clave para evitarles mi molesta presencia en próximas ocasiones, si es que se me vuelve a ocurrir visitarles: "eso, míralo por internet". Evidentemente ya lo había mirado con anterioridad pero no comprendí algunas cosas, el lenguaje enrevesado es otra de las tácticas de persusasión para con el incauto.
De todas las consellerias que visité la que más me llamó la atención fue la de Cultura y Deportes. Allí en un hall perfectamente vacío se encontraban detrás de unos parabanes unos pocos administrativos. Me informaron que no tenían ni idea de lo que preguntaba (recomendación internauta incluída) y como excusa alegaron, "llevamos aquí desde enero, no sabemos como funcionan las becas porque todo es nuevo". ¿Me quisieron hacer entender que desde las elecciones (25 de mayo de 2005) hasta enero no se había constituído esa consellería, que en realidad es la escisión de la antigua Cultura, Educación y Deportes? ¿Desde enero hasta mayo no sabían el ritmo de la "nueva" consellería ni lo que hacían? En cuanto me dí la vuelta se formó un corrillo de administrativos que comenzaron a comentar... no sé, pero supongo que no hablan de cómo agilizar las funciones de sus negociados.
Más casos: hice cuatro horas de cola para que me renovaran el DNI, por suerte ahora lo dan al instante; un compañero denunció que le habían robado su coche hasta que se dió cuenta que lo tenía aparcado en otra calle (en fin...), tuvo que volver a comisaría a denunciar que lo había encontrado, ¿hay algo más absurdo?, cuando maltratan a una mujer no tienen que hacer tantos trámites para retirar una denuncia; mi cuñada tuvo que volver tres veces a la oficina del padrón porque siempre le faltaba una fotocopia que no le habían dicho antes, hasta que un dia se empadronó con fotocopias de más; mis viajes en balde al Inem, sólo porque una funcionaria no supo atenderme con eficacia, menos mal que un compañero revirtió la situación.
Y así hasta el infinito. Seguro que conoces casos como estos, incluso más disparatados, te entiendo, la burrocracia es así. Aunque ya no haya ventanucos sigue habiendo separación a través de mostradores infinitos y escritorios incómodos.
Cada vez que me topo con ellos no puedo más que invocar un hispánico conjuro: ¡Joder, que bien viven los funcionarios!
Los funcionarios son los empleados que el ciudadano paga para ser la víctima de su insolente vejación.Pitigrilli (1893-1975) Escritor italiano.

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