miércoles, 14 de mayo de 2008

PUENTE SOBRE AGUAS TURBULENTAS



Este artículo va a versar acerca de la guerra civil que ya ha saltado en la filas del Partido Popular, pero la realidad, siempre tan dura, ha impuesto su ley. Esta madrugada ETA ha estallado un coche-bomba en la localidad alavesa de Legutiano. En su locura homicida han matado a un agente de la Benemérita que estaba de guardia en la garita de la casa-cuartel víctima del atentado. La serpiente etarra agoniza, pero todavía le queda dentro muchísimo veneno, y nos dará muchos digustos. No quiero dedicarles una palabra más a estos desgraciados, todo mi recuerdo está con la familia de Juan Manuel Piñuel Villalón, el finado, y con los otro cuatro agentes heridos. Ojalá sea el último fallecido, pero qué pocas esperanzas albergo.



Llevo varios días perplejo por la actividad sísmica que se ha levantado en el seno de la dirección general del PP. Ellos que llevaban por bandera ser el partido modélico, en el que las disputas no existían y resulta que tras la derrota electoral todo ha saltado por los aires. En realidad esta situación no se ha producido desde la derrota del 9-M, si no que ya había un caldo de cultivo previo cuya cocción corría a cargo de Esperanza Aguirre y sus acólitos, tanto los políticos como los mediáticos. No sé porqué, pero me la imagino disfrazada de bruja piruja, con un sobrio traje negro, tocada con un gorro puntiagudo, la cara verde jalonada de verrugas con pelos, y removiendo un líquido turbio en una inmensa perola al fuego, mientras con una mano sostiene un cucharón y con la otra añade esencia de tritón, ojo de culebra o uña de erizo. Por delante mosquita muerta, por detrás un monstruo ponzoñoso.
Ruíz Gallardón ya tuvo oportunidad de probar sus artes maléficas y ahora es Mariano Rajoy el que está a punto de caer en la telaraña. Pero hete aquí que como parece que el líder es menos líder, los aspirantes a sucesores se multiplican como las setas en otoño.
Las bajas parecen indicar que la depuración interna que intenta Rajoy puede acarrear con su persona, los purgantes son traicioneros. Primero se fue Eduardo Zaplana. La verdad es que respiré tranquilo, ya que no lo vería tan a menudo en la televisión, lo cual para mí es motivo de descanso. Pero como nada es perfecto se le ocurrió decir que su partida era "temporal", ya está, me dije, éste se ha subido al carro de la Aguirre. Mientras, a cobrar un buen jornal.
Le siguió su escudero Ángel Acebes. Aquel que formó parte del conjunto más siniestro el día más siniestro de la historia de España. Con su aspecto de seminarista pedante intentó convencer al país de que no eran musulmanes, que esos estaban de parranda. Pero después intentó desmentirlo cuando la resolución del juicio estaba cerca. Y más tarde se enarboló en la bandera anti-etarra para atacar al Gobierno de José Luís Rodriguez Zapatero, aunque el asunto a tratar poco tuviera que ver. Lo importante como le enseñó su Yoda particular, el ínclito Eduardo, es sembrar la duda y mirar al populacho cómo abre la boca de asombro. Siguió aprendiendo de su maestro, hay que ir a cenar con gente de bien y decente, de esa que da buenos puestos de trabajo.
La última en abandonar la nave nodriza ha sido María San Gil. Aquí si que no cabe lugar para más despropósitos, y es que se ha ido porque no estaba de acuerdo con ella misma. Eso es lo que dicen... Era la encargada de suscribir una ponencia para el próximo congreso (busco billetes de avión para abandonar Valencia esos días) y por discrepancias con el resto de ponentes decidió apearse del proyecto popular. Pero los otros ponentes dicen que ella estaba de acuerdo con ellos. Es decir que estaba de acuerdo con lo que discrepaba, pero era ella quien lo que decía, junto a otros que también están de acuerdo... O algo así. Igual que tú, no lo he entendido. A todo esto, las ponencias de un congreso son documentos privados del partido, no deberían salir a la luz, a menos que alguien los filtre interesadamente.
Ayer (día 13 de mayo) Iñaki Gabilondo hizo un magnífico análisis de la situación en su informativo. Todo se resume a una línea: no es más que una lucha de poder entre varias "familias". Aguirre, Camps, Mayor Oreja y Rajoy... señores, hagan juego.
Esta situación tiene dos lecturas para el gobierno: por un lado, mientras más se hable de la oposición menos se habla del gobierno, con lo que tiene más respiro para trabajar a su aire, sin nadie que enrede con palitos en las ruedas. Por otro, una oposición débil no beneficia al país, ya que evita que el gobierno se esmere.
Mucho se reían los populares cuando en el año 1.996 Félipe González perdió las elecciones y se produjo en el PSOE un movimiento catárquico que concluyó en el XXXV Congreso Federal, en julio de 2.000. Así hasta hoy, cuando la tortilla ha girado, dejando al descubierto el lado del espejo. Esperemos que en el PP no dure tanto esta travesía por el desierto, por el bien de España, a la que tanto aman (o eso dicen), y sobre todo por el lamentable espectáculo que están protagonizando. Bochornoso.
Al final el dedo de Aznar no era tan infalible.







La avaricia lo pierde todo por quererlo todo.

Jean de la Fontaine (1621-1695) Escritor y poeta francés

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