viernes, 29 de febrero de 2008

LA COARTADA DEL AMOR

Laura, 22 años, boliviana, asesinada a puñaladas por su compañero sentimental en el barrio madrileño de Lavapiés.
María Victoria, 49 años, española, su ex marido la mató a cuchilladas en pleno centro de El Puerto de Santa María, Cádiz, eran las tres de la tarde.
Virma, 45 años, española, estaba tomando un café con unas amigas en una terraza de la turística localidad valenciana de Cullera y su ex marido le descerrajó un tiro que la mató.
María José, 55 años, española, su ex marido le segó la vida disparándole tres tiros con su escopeta desde la ventana mientras ella entraba en el portal, bajó a rematarla.
Cuatro mujeres asesinadas, cuatro nombres que se suman a una lista demasiado ignominiosa por su longitud, cuatro motivos más de vergüenza colectiva.
Las causas de la violencia de género se han discutido mucho, pero nadie puede dar una respuesta concreta, es imposible, es un hecho global dificilísimo de erradicar porque vive agarrado al machismo, ese carpetovetónico subterfugio por donde se cuela lo peor de cada hombre.
No es un hecho de nuestro país, puesto que vemos que no son todas las víctimas españolas. No es un hecho cultural, si nos detenemos a ver las estadísticas de países socialmente más avanzado que el nuestro, y nos referimos a los países nórdicos, nos asombraremos del número de asesinatos machistas que se cometen, pero eso no debería de consolarnos, cada muerte de una mujer es vergonzosa. No es un hecho religioso, mujeres de todas las religiones mueren cada año a manos de sus hombres, además la gran mayoría de las religiones son machistas per se, se basan en seres superiores con roles masculinos.
Los asesinos hipócritas utilizan la excusa del amor para ningunear y utilizar a la víctima, que en ocasiones vuelven junto a los agresores al prometerles éste un nuevo amor eterno, que se evapora tan pronto como retornan al hogar, que está roto y jamás podrá recuperarse. Mucho menos si el hombre nunca deja de pensar que la mujer es de su propiedad, una posesión como pudiera ser su coche. Todos los seres humanos somos libres, nadie es nuestro dueño y mucho menos si utiliza la violencia para obligar a la otra persona a permanecer a su lado.
Estas cuatro mujeres, desgraciadamente, no serán las últimas de una lista que comenzó hace demasiado tiempo. Este suceso ya ha sido utilizado por los políticos en esta eterna campaña electoral. Nadie había hecho alusión a la violencia de género durante estas semanas (a excepción hecha del PSOE, pero recordando la ley creada para intentar atajar esta lacra) y de repente, como un resorte accionado por los acontecimientos, todos los partidos políticos, sin excepción, han sacado a relucir este tema, proponiendo soluciones mágicas que acabarán de raíz con este problema.
Pero la principal arma para luchar contra toda este atajo de salvajes es la educación, no sólo la que se aprende en la escuela, también la que se aprende en la vida cotidiana, dejando a un lado ciertos chistes y bromas, tratando por igual a cualquier ser humano, incluyendo los sueldos y las responsabilidades sociales, ya que el sexo no es más que una diferencia biológica que nos afecta a la hora de tener un hijo, un sexo fertiliza y otro concibe (se que me he puesto técnico, casi parezco un manual de botánica).
Yo jamás le he puesto la mano encima a una mujer, mucho menos a mi esposa, me enseñaron de pequeño que a las chicas no se les pegaba. Puede que entonces fuera una enseñanza machista, pero con el tiempo ha dado un hombre que respeta al género complementario. Todos estamos implicados, todos tenemos una responsabilidad.
La violencia es el último recurso del incompetente.
Isaac Asimov (1920-1992) Escritor y bioquímico estadounidense.

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