jueves, 9 de agosto de 2012

ROBIN HOOD v.2012

Se ha formado bastante revuelo con el tema de la acción en un par de supermercados de una conocida cadena en Écija (Mercadona, vamos, la cadena es Mercadona) y una gran superficie de Arcos de la Frontera (Carrefour, la gran superficie es Carrefour) en el que unos sindicalistas del SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores) sacaron unos cuantos carros de alimentos básicos para repartirlos entre gente que no tiene recursos.
Este es un caso complejo de análisis, porque hay numerosos factores (muchos de ellos contradictorios) que hacen que este hecho no pueda ser juzgado, como se está haciendo, si es una buena acción o una mala acción, sin más. Como habrás podido observar al leer el anterior párrafo, he sido extremadamente exquisito con las palabras utilizadas. Podría haber empleado los siguientes términos: "Un grupo de sindicalistas radicales decide robar de manera violenta en un Mercadona" (algo así se habrá podido leer, sin duda, en La Razón, Intereconomía, etc.). O quizás podría haber escrito: "Los héroes del pueblo expropian a los capitalistas para repartirlo entre los necesitados". (Que también se habrá podido leer algo así en algún medio, imagino). 
Pues ni sí ni no. Ninguna de las dos frases tiene razón al completo, y las dos tienen partes que se acercan a la realidad. Vayamos por partes. En primer lugar este hecho ha puesto de relieve una de las muchas carencias que tiene nuestra sociedad, que es la solidaridad con aquellos que peor lo están pasando. Son muchos los establecimientos que tiran a la basura toneladas de comida que podría aprovecharse para que otras personas pudieran alimentarse. Como en los expositores de las tiendas ciertos productos (sobre todo los frescos) no pueden estar a la venta más de dos o tres días, éstos se tienen que tirar aunque se encuentren en buen estado. A mí me ha ocurrido, trabajando en la panadería de Carrefour tuve que tirar, junto a una compañera, una docena de tartas con un aspecto estupendo a la basura, con todo el dolor de nuestro corazón y rogándole a nuestro superior que se guardaran para donarlas a gente que no pudiera permitírselo. Pero lamentablemente no pudimos hacer nada. Y lo mismo pasa con hoteles. En una situación de crisis, donde miles de personas están bordeando los umbrales de miseria, tirar la comida es un lujo asiático, que al menos moralmente no nos podemos permitir.
¿Por qué Mercadona? Supongo que entrar en Mercadona no es una elección casual. Toda la prudencia que Juan Roig (presidente de Mercadona) había mostrado años atrás dedicándose a su empresa y no a salir en los medios de comunicación, ha caído como un castillo de naipes en los últimos dos años. Decía Groucho Marx que más valía permanecer callado y parecer idiota que abrir la boca y confirmarlo. Algo así ha pasado con Juan Roig. Sus declaraciones imputando a los españoles falta de pasión por el trabajo, alabando a los ciudadanos chinos por su esfuerzo, y sus comentarios acerca del desmadre económico que hemos perpetrado los ciudadanos, caldearon bastante los ánimos y crearon cierta mala imagen hacia sus tiendas. Incluso El Comidista se atrevió a escribir una carta en su blog que tuvo bastante eco, carta que, por cierto, suscribo.
¿Pero entrar en un Mercadona y sacar varios carros con comida es correcto? Como ya he dicho anteriormente, hacer un juicio de valor es bastante complicado. Desde luego el marco legal no ampara estas acciones y tal vez debieran de entablar negociaciones con estas empresas para que donaran lo sobrante. Sería lo más prudente, aunque mediáticamente sería funesto. Eso fue lo que sucedió en Arcos, donde Carrefour negoció que los productos que llevaban en los carros que querían sacar del establecimiento se donaran al Banco de Alimentos local. Leyendo El País se deduce que los sindicalistas gaditanos buscaban la noticia más que el asalto, no como los sevillanos, empeñados en sacar los carros a toda costa.
Lo que es imperdonable es la violencia ejercida hacia los trabajadores. Yo en la noticia que se emitió por televisión ví como varios miembros del SAT forcejeaban y empujaban a una de las cajeras del Mercadona de Écija. Esa trabajadora a la que se ve llorando junto a la puerta, aterrada con un golpe en la cara, será una víctima. Puede que sucumba al shock de lo que ha vivido en sus carnes y tenga que acogerse a una baja por depresión. Desde el primer minuto Mercadona, la empresa para la que trabaja, estará llamándola para que se reincorpore inmediatamente si no quiere atenerse a las consecuencias. Si la baja se prolonga dejarán de presionarla y el día que se reincorpore se encontrará con una carta de despido. Esto no me lo invento, esto me lo han contado trabajadores de Mercadona que lo han visto hacer a sus compañeros, o a ellos mismos. De esta manera el SAT habrá conseguido el efecto contrario, desproteger a los trabajadores.
Así que tras analizar este hecho no me acaba de quedar claro si puedo establecer un juicio moral a favor o en contra de esta acción. Puede que al situarme del lado del que sufre no pueda emitir un juicio de castigo, puesto que en una situación de extrema necesidad se puede comprender cualquier manera de subsistir. Pero robar, hurtar o expropiar no es la manera. Que el sistema capitalista tiene que cambiar, de eso no hay ninguna duda, que esta crisis está abriendo la brecha entre los que más tienen y los que menos, eso es innegable. La solución pasa por todos nosotros, incluyendo a esos que eliminan el subsidio de 400 euros a los desempleados, aunque sea para hacernos ver cómo no se hacen las cosas.
PD: Para otro momento quedará analizar la desproporción de las actuaciones judiciales, desmesuradas en comparación con la dejación ejercida en otros casos.

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