Compañeros y compañeras,
Queda un mes y un día para que se celebren las elecciones
generales y veo a mi partido, a nuestro partido, muy desmotivado. Sería más
cauto decir que veo a sus bases desmotivadas.
Entiendo que hace apenas cinco meses vivimos una campaña
durísima, en la que dimos todas nuestras energías (y algunas más) y que el resultado
fue claramente decepcionante, perdiendo gran parte del poder municipal que
hasta ese momento ostentábamos y perdiendo el gobierno de todas aquellas
comunidades autónomas donde se celebraban elecciones a sus respectivos
parlamentos.
¿Y qué? La vida va y viene, la política tiene sus ciclos. Puede que las encuestas nos acogoten con su tormenta de cifras desastrosas,
pero dar por perdidas las elecciones de antemano es el peor error que podemos
cometer.
No luchar por lo que creemos, no dar la cara ante nuestros
amigos y vecinos, resignarse el mes que nos queda por delante es entregar los
próximos cuatros años. Cuatro años cruciales para el devenir de las próximas décadas,
a la vista de las políticas que la derecha está aplicando en los territorios donde
gobierna, donde los recortes afectan siempre a los servicios más básicos, en
detrimento de la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas.
No podemos bajar los brazos. Dar por perdidas estas elecciones
es dar la espalda a todas las personas que lo están pasando mal.
Está claro que nuestro presidente José Luís Rodríguez
Zapatero no siempre ha acertado en sus decisiones, él mismo ha admitido que se
ha equivocado en ciertos temas. Entiendo que haya decisiones que nos cueste
entender y defender. Pero ahora tenemos que apretar los dientes y sacar toda
nuestra rabia para combatir en esta recta final.
Desde ahora hasta que se acabe de contar la última papeleta
la noche del 20 de noviembre no nos podemos permitir el lujo de fallar a los
ciudadanos. Quizá no obtengamos la recompensa que merezcamos, pero si ni
siquiera lo intentamos nos pasaremos el resto de nuestros días preguntándonos si
pudimos hacer algo para evitarlo.
Compañeros, compañeras, el futuro no está escrito, el futuro
es un papel en blanco y todos tenemos lápices para escribir en él. Ni miedo ni
vergüenza, con humildad y sacrificio, salgamos a darlo todo, salgamos a volver a ser la envidia de Europa.
Sabemos hacerlo, lo hemos hecho antes.
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