España vive hoy un estado de felicidad que continuará al menos hasta el domingo a eso de las 20.30 h. Por primera vez, la Selección Nacional Absoluta Masculina de Fútbol jugará la final de la Copa Mundial de la FIFA. ¡Qué bien suena! ¡Somos finalistas del Mundial!
Lo de ayer es digno de recordarlo para siempre. Ya nos hemos quitado todos los complejos, atrás han quedado los fantasmas de la eliminación en cuartos, en octavos, incluso en la primera fase. Adiós a ese gafe contumaz que nos perseguía Mundial tras Mundial y que antes de lo que esperábamos nos dejaba chafados y desesperanzados, y así cada cuatro años.
Yo recuerdo pifias propias y ajenas. Echando la vista atrás el primer Mundial que recuerdo fue Italia 90, con Luís Suarez de seleccionador. Después llegó Estados Unidos en el 94, y el desgraciadamente famoso codazo de Tasotti a Luis Enrique, aquella nariz rota chorreando sangre y aquel árbitro que le exigía salir a la banda, sin haber visto absolutamente nada y cometiendo un error histórico. Posteriormente llegó Francia 98 (yo lo recuerdo de una manera particular) aquel gol de blandiblú a Zubizarreta, aquella goleada estéril (ya estábamos eliminados) a Bulgaria. En el Mundial de Corea y Japón de 2002, llegó la repanocha, el partido de cuartos contra Corea del Sur (anfitriones, recuerdo), con el lamentable arbitraje del egipcio Gamal Al-Ghandour y sobre todo de su linier, el triniteño Michael Ragoonath, junto a un final de prórroga agónico, con torsión testicular de Albelda incluída. Fue la primera vez que creímos que teníamos una selección capaz de dar el campanazo en el Mundial. El último Mundial, Alemania 2006, más de lo mismo, íbamos a comernos el mundo y el mundo nos comió, encarnado en Francia y Zidane, que se despidió del fútbol en la final con un recordado cabezazo a Materazzi (hasta en Los Simpsons le parodiaron).
Lo de ayer es digno de recordarlo para siempre. Ya nos hemos quitado todos los complejos, atrás han quedado los fantasmas de la eliminación en cuartos, en octavos, incluso en la primera fase. Adiós a ese gafe contumaz que nos perseguía Mundial tras Mundial y que antes de lo que esperábamos nos dejaba chafados y desesperanzados, y así cada cuatro años.
Yo recuerdo pifias propias y ajenas. Echando la vista atrás el primer Mundial que recuerdo fue Italia 90, con Luís Suarez de seleccionador. Después llegó Estados Unidos en el 94, y el desgraciadamente famoso codazo de Tasotti a Luis Enrique, aquella nariz rota chorreando sangre y aquel árbitro que le exigía salir a la banda, sin haber visto absolutamente nada y cometiendo un error histórico. Posteriormente llegó Francia 98 (yo lo recuerdo de una manera particular) aquel gol de blandiblú a Zubizarreta, aquella goleada estéril (ya estábamos eliminados) a Bulgaria. En el Mundial de Corea y Japón de 2002, llegó la repanocha, el partido de cuartos contra Corea del Sur (anfitriones, recuerdo), con el lamentable arbitraje del egipcio Gamal Al-Ghandour y sobre todo de su linier, el triniteño Michael Ragoonath, junto a un final de prórroga agónico, con torsión testicular de Albelda incluída. Fue la primera vez que creímos que teníamos una selección capaz de dar el campanazo en el Mundial. El último Mundial, Alemania 2006, más de lo mismo, íbamos a comernos el mundo y el mundo nos comió, encarnado en Francia y Zidane, que se despidió del fútbol en la final con un recordado cabezazo a Materazzi (hasta en Los Simpsons le parodiaron).
Pero ahora sí, ahora estamos en la final. Esto no concierne sólo a los jugadores, esto no concierne sólo a la actual afición. Esto implica a todos los españoles y españolas, todos los que han visto España y que desde aquel Mundial de Brasil en el 50 esperaban una actuación estelar de nuestra selección. Pienso en mi abuelo, fallecido hace casi tres años, futbolero empedernido y que en sus últimos años vivía pegado a una radio que le daba algunas de cal y otras de arena. También pienso en mi hijo, de diez meses, y que nada más llegar va a ver a su país en lo más alto del Olimpo futbolístico. Todos, los que están, los que estuvieron, los que estarán, están mirando a esta selección, ya son nuestros héroes.
Pase lo que pase el domingo ya hemos hecho historia, ya nos hemos quitado los fantasmas, ahora ya somos adultos en lo que a fútbol se refiere, es nuestro momento más dulce. Disfrutémoslo.
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