Recordaba ayer las palabras de Marx y Engels cuando dicen en el Manifiesto Comunista eso de
"Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos"
¿Por qué ahora? Pues porque ayer supe de una noticia estremecedora, una noticia que parece propia de otros tiempos u otros lugares, de un pasado en el que la ley era un papel escrito sin necesidad de ser acatado.
El hecho ocurrió el pasado 28 de mayo, pero ahora ha salido a la luz pública. Un trabajador perdió el brazo con una de las máquinas que se encuentran en su puesto laboral. Según cuenta la víctima, que trabaja en una panificadora, vio como había caído un trozo de papel o plástico en la masa y quiso sacarlo. Entonces la máquina atrapó su brazo y lo arrancó de cuajo. Yo trabajé varios veranos en una panadería y la amasadora que allí había era un gran cuenco metálico y una especie de sacacorchos gigante que se encarga de mezclar todos los ingredientes del pan, desconozco si es parecida, pero la protección de seguridad era una rejilla por la que cabía una mano perfectamente.
A partir de este momento la historia entra en su parte más oscura, ya que los empresarios llevaron al trabajador hasta un hospital cercano, en la vecina localidad valenciana de Gandía, y lo dejaron a 200 metros de la puerta de urgencias con la consigna de no decir nada de lo ocurrido para no implicar a la empresa. El brazo, para no dejar pistas, lo tiró el dueño de la empresa a la basura imposibilitando así que pudiera ser reimplantado en el cuerpo de la víctima.
Para redondear la historia el trabajador cuenta que estaba sin contrato y sin papeles, es un inmigrante boliviano, y que cobraba unos 700 euros al mes por 12 horas diarias. Evidentemente esta es la versión de la víctima. La versión de los empresarios es la contraria: el trabajador, que tenía contrato y cobraba casi 1.200 euros, estaba borracho, y el hijo del dueño lo llevó con sus propias manos hasta los médicos de urgencia, que después tuvieron que atenderlo por un ataque de nervios. Lo único que admiten es que tiraron el brazo a la basura.
Las versiones podrán ser comprobadas, la Guardia Civil ya ha tomado declaración a los implicados y han dejado en libertad a los empresarios (padre e hijo). Tenga quien tenga razón, tirar un miembro amputado a la basura, lo único que seguro que es cierto, es inhumano y si intentas no dejar pistas es que algo escondes, por lo menos eso nos ha enseñado CSI.
Por el momento la empresa está clausurada y si son culpables deberían cumplir una pena ejemplar, para que otros caciques que creen que la esclavitud debe de estar permitida según para quien y para que, tomen ejemplo. Una solución que propongo es que si son declarados culpables donen su brazo izquierdo (ambos empresarios) a la víctima, así tendrá donde elegir, algo que no pudo hacer el herido.
Y todo lo conocemos cuando sabemos que la derecha dominará el Parlamento Europeo los próximos cinco años, con el retroceso social que imaginamos todos. Por lo menos estos empresarios no nos representarán, y espero que no cunda su ejemplo.

El hecho ocurrió el pasado 28 de mayo, pero ahora ha salido a la luz pública. Un trabajador perdió el brazo con una de las máquinas que se encuentran en su puesto laboral. Según cuenta la víctima, que trabaja en una panificadora, vio como había caído un trozo de papel o plástico en la masa y quiso sacarlo. Entonces la máquina atrapó su brazo y lo arrancó de cuajo. Yo trabajé varios veranos en una panadería y la amasadora que allí había era un gran cuenco metálico y una especie de sacacorchos gigante que se encarga de mezclar todos los ingredientes del pan, desconozco si es parecida, pero la protección de seguridad era una rejilla por la que cabía una mano perfectamente.
A partir de este momento la historia entra en su parte más oscura, ya que los empresarios llevaron al trabajador hasta un hospital cercano, en la vecina localidad valenciana de Gandía, y lo dejaron a 200 metros de la puerta de urgencias con la consigna de no decir nada de lo ocurrido para no implicar a la empresa. El brazo, para no dejar pistas, lo tiró el dueño de la empresa a la basura imposibilitando así que pudiera ser reimplantado en el cuerpo de la víctima.
Para redondear la historia el trabajador cuenta que estaba sin contrato y sin papeles, es un inmigrante boliviano, y que cobraba unos 700 euros al mes por 12 horas diarias. Evidentemente esta es la versión de la víctima. La versión de los empresarios es la contraria: el trabajador, que tenía contrato y cobraba casi 1.200 euros, estaba borracho, y el hijo del dueño lo llevó con sus propias manos hasta los médicos de urgencia, que después tuvieron que atenderlo por un ataque de nervios. Lo único que admiten es que tiraron el brazo a la basura.
Las versiones podrán ser comprobadas, la Guardia Civil ya ha tomado declaración a los implicados y han dejado en libertad a los empresarios (padre e hijo). Tenga quien tenga razón, tirar un miembro amputado a la basura, lo único que seguro que es cierto, es inhumano y si intentas no dejar pistas es que algo escondes, por lo menos eso nos ha enseñado CSI.
Por el momento la empresa está clausurada y si son culpables deberían cumplir una pena ejemplar, para que otros caciques que creen que la esclavitud debe de estar permitida según para quien y para que, tomen ejemplo. Una solución que propongo es que si son declarados culpables donen su brazo izquierdo (ambos empresarios) a la víctima, así tendrá donde elegir, algo que no pudo hacer el herido.
Y todo lo conocemos cuando sabemos que la derecha dominará el Parlamento Europeo los próximos cinco años, con el retroceso social que imaginamos todos. Por lo menos estos empresarios no nos representarán, y espero que no cunda su ejemplo.

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