martes, 9 de junio de 2009

LA BATALLA DEL TREBIA

Corría el año 218 a.C. y un invierno especialmente frío azotaba parte de Europa. En el norte de la península Itálica (sería arriesgado decir Italia), concretamente junto a la actual ciudad de Piacenza nevaba y el ejército romano se encontraba guarecido en su campamento entre los ríos Trebia y Po. Al otro lado del Trebia aguardaba el caudillo cartaginés Aníbal. Apenas un mes antes había vencido al comandante romano Publio Cornelio Escipión en la batalla del Ticino, pero ahora Escipión se recuperaba de las heridas junto a Tiberio Sempronio Longo, dispuesto a entrar en combate de inmediato. Estamos en plena Segunda Guerra Púnica.
Aníbal encontró una llanura fluvial sin árboles pero con abundante vegetación que creyó ideal para una emboscada. Con las primeras luces del recién inaugurado 18 de diciembre Aníbal mandó a unos 2.000 hombres (1.000 infantes y 1.000 jinetes) de la guarnición de su hermano Magón esconderse mientras la caballería ligera de Aníbal incitaba al impaciente Sempronio acechando el campamento romano. Debían asediar y retirarse con el único fin de atraerlos hacia el terreno que el propio Aníbal había escogido como idóneo para la batalla.
Los romanos cayeron en la trampa. Sempronio envió todas las tropas disponibles para atacar a los cartagineses: 36.000 infantes, 4.000 jinetes y 3.000 galos. Estaba convencido de que la victoria sería rápida y segura. Pero el mal tiempo había mermado las fuerzas de los soldados, que habían descansado poco, madrugado mucho, estaban mal alimentados y en muchos casos resfriados.
En el terreno elegido por Aníbal, con la táctica propicia, y con una emboscada ad-hoc (sus hombres de frente, los de su hermano por la retaguardia) los romanos sucumbieron al ejército cartaginés. De los más de 40.000 soldados romanos se cree que murieron unos 30.000, de los más de 30.000 soldados cartagineses perecieron cerca de 5.000. Aquella fue la primera gran victoria de Aníbal Barca. Aníbal siguió ganando batallas mientras se adentraba en la península Itálica, pero finalmente sucumbió en la llanura de Zama, cerca de Cartago, su propio hogar. Así acabó la Segunda Guerra Púnica.
El pasado domingo la derecha española y la europea ganó una importantísima batalla, la que se libraba por los escaños del Parlamento Europeo. Los resultados han sido malos para el PSOE y para los socialistas Europeos en general, que han visto su representación mermada en los hemiciclos de Bruselas y Estrasburgo.
Mucho se lleva escribiendo desde que se empezaron a conocer los resultados. Muchos periodistas, analistas y políticos, de todos los colores, han elucubrado acerca de la victoria de la derecha y de la alta abstención, el signo definitorio de estos comicios en toda la Unión.
No hay que volverse loco, Aníbal le coloreó la cara a Sempronio y Escipión en varias ocasiones, pero al final fueron los romanos los que hicieron hincar la rodilla del caudillo africano. Algo así pasará con el PP. Han ganado dos batallas este año: Galicia y Europa, pero quedan las batallas más importantes, las que se librarán en 2.011 en los municipios y comunidades autónomas; y la gran batalla de 2.012, donde se decidirá el gobierno de la nación. Y las que han ganado han sido por la mínima, nada de golear al estilo Barça/Selección Española (elige la que más te guste).
A pesar de lo que muchos nos quieran hacer creer, principalmente desde la derecha, dudo que los datos obtenidos sean extrapolables a otro ámbito que no sea el de estas elecciones. La baja participación, más de veinte puntos por debajo de las medias en el resto de comicios, y la alta movilización del electorado pepero han arrojado unos datos que a gran escala se desvirtuarían. El PP ha actuado como la fiera que se encuentra acorralada (ya se sabe, Gürtels, corruppción, esas cositas...) y ataca a muerte para escabullirse de su captor. No ha sido más que un arreón, lo peligroso sería que atacara con más fuerza la siguiente vez. La crisis ha estado presente en un voto de castigo a todos los gobiernos europeos, aquí no han sabido (o podido) rascar más.
Más de 8.000.000 de votantes que el domingo no acudieron a su colegio electoral están en juego, muchos de ell@s en la Comunidad Valenciana. Este toque de atención debe despertarnos, mirar a la sociedad y pisar cada calle para contrarrestar la falta de espacio que nos brinda una RTVV que ningunea a todo aquel que no comulgue (nunca mejor dicho) con sus dogmas: o con conmigo o no hay nada que hacer. Lo mismo digo de otros medios de comunicación donde el PP es la estrella invitada, el protagonista principal, el guionista, el productor y hasta quien limpia las redacciones.
No hay que desanimarse, no hay que resignarse, a partir de ya hay que intentar arrebatar el poder al PP, voto a voto. Por muchas batallas que vayan a ganar la última es la importante. A por ellos.

2 comentarios:

Gabriel Estañ dijo...

De mis escasos conocimientos en historia hay una cosa que tengo clara: si tengo que elegir entre ser un cónsul romano o un simple soldado siciliota de Aníbal, vendería cara mi piel luchando bajo el mando del mejor estratega de la Historia. Que estuvo dándole estopa a los romanos (el que se suponía el mejor ejército del mundo) durante 17 años tras los Alpes con unas fuerzas muy inferiores.

Los romanos imponían sus normas, mientras que los cartagineses hasta donde yo recuerdo eran mucho más flexibles y se basaban en las alianzas antes que en las conquistas. Además Aníbal, dentro de la politica de Kart-Hadtha representaba la política más progresista, frente a la posición de personajes como Hannón el Grande, corrupto y sanguinario líder de lo que podríamos llamar la derecha cartaginesa.

Te mando un abrazo.

Santiago Vañó Candeal dijo...

Joer, yo sólo quería poner un ejemplo de batalla ganada pero que al final se perdió la guerra.
Según algún historiador Aníbal nació en la Isla de Benidorm. Claro, el historiador era de Benidorm...

 
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