miércoles, 26 de noviembre de 2008

EL BIRUJI

Ya ha llegado el invierno, cargado de frío y repartiendo resfriados a diestro y siniestro. En vez de coger el bus o el metro como el común de los mortales, tiene que venir en una ola de frío polar que procede de Sibería, Islandia o qué sé yo, el caso es que sales a la calle y parece que se hayan dejado la puerta del congelador abierto en algún punto, seguramente cerca del infierno. Sólo podemos decir (por llamarlo de algún modo) bbbbrrrrrrrrr...
El caso es que siempre nos tiene que coger por sorpresa. Al menos por aquí por donde vivo, cerquita del Mediterráneo. Claro, aquí un día vas en mangas de camisa porque hay unos 16-17 grados y de golpe y porrazo tienes que soportar temperaturas que no llegan a 10 ni poniéndote al sol. Es en ese momento cuando empieza una carrera desesperada que consiste en ir al armario y cambiar el vestuario de verano por el de invierno. Y, claro, no encuentras los jerseys, ni las chaquetas, ni la bufanda, ni nada de nada.
Al final te percatas de que el abrigo está exactamente al fondo del armario, envuelto en plásticos para preservarlo, y más parece la mortadela envasada al vacío del Mercadona que una prenda de vestir. Poco a poco intentas reconstruir un puzzle, que en definitiva es tu indumentaria: guantes, bufanda, jersey, camiseta de felpa (yo es que soy friolero), el forro polar, el plumas... Enfilas el pasillo en dirección a la puerta y te das cuenta de que con tantas capas de ropa es imposible moverse, y surge una duda: ¿dejo algo en casa? Si decides que sí, sabes sin remedio que vas a coger frío; si decides lo contrario, tu movilidad se reduce. ¡Buf!
El frío además de las desdichas propias de la ropa (¿quien no tiene que buscar las mantas dos minutos antes de meterse en la cama?) viene acompañado por otros síntomas, que son ineludibles a la cita gélida. El primero, y terrible, es que se acerca la Navidad. Como este año hay crisis... pues la publicidad navideña comienza a mitad de noviembre, para que no nos pille por sorpresa y que la cartera entrene para la anorexia de enero. Ya estoy harto de anuncios de juguetes, politonos de villancicos y árboles de Navidad de plástico. Maldita sea, que lata, ¡y no hemos empezado!
El segundo síntoma es que en los informativos de tooooodas las cadenas envían a sus redactores al lugar más frío que se les ocurre. Y l@s pobrecill@s tienen que hacer una conexión en directo, bajo cero y cubiertos hasta las cejas. Las madres se plantean un dilema moral ante tal situación: ¿que sus niñ@s se abriguen o que les vea bien vistos por la tele? Pase lo que pase, tanto los que están a cubierto y calentitos como los que están pelándose de frío al raso, tienen que exagerar las noticias todo lo que puedan. Normalmente las nevadas dejarán incomunicados a la mitad de habitantes de la Península, las cadenas harán falta hasta para pasear al perro, el mercurio se congelará y las cañerías reventarán para regocijo de los fontaneros. Después nada de nada, o se quedan cortos, que la realidad siempre es más impredecible que la ficción.
Pase lo que pase, este mal se cura con el tiempo y mientras ahora maldecimos el frío, dentro de unos meses porfiaremos en contra del calor. El ser humano es protestón por naturaleza.
El otoño es un andante melancólico y gracioso que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno.
George Sand (1804-1876) Escritora francesa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas, ya ves si hace frío! Parece que el invierno se ha adelantado a noviembre...aprovecho para comentarte si vas a venir al congreso comarcal!! Es que había pensado hacerle un pequeño homenaje a rubén y sta gente...

Santiago Vañó Candeal dijo...

Lo he leído en el blog de JSPV-Marina Baixa. Ya te aviso el jueves si me tienes que acreditar, hasta el viernes no sé nada de nada.

 
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